d’octubre 11, 2010

No diga Estadio, diga Kempes



Primero: el Estadio Córdoba nunca tuvo nombre oficial. “Chateau Carreras” es el sector de la ciudad donde está construído. “Estadio Córdoba” es la forma breve de decir estadio de Córdoba, que es la denominación que se le dio en el Mundial de 1978, así como se decía estadio de Mar del Plata o estadio de Mendoza. Los nombres actuales de aquellos escenarios (“José María Minilla” y “Malvinas Argentinas”) fueron impuestos
años después.
Segundo: es probable que popularmente no prenda la denominación de “Mario Alberto Kempes”. Seguramente la gente le seguirá diciendo “el cható” o simplemente “el estadio”. También es probable que eso realmente no importe. No hay ningún hincha de Boca que vaya al “Alberto J. Armando”; los hinchas de Huracán –el “luminoso”- capaz que no sepan que ven los partidos de su equipo en el “Reginaldo Justo Cáceres” ni los del Deportivo Norte de Alta Gracia lo hacen en el “Hugo Vázquez”.
Tercero: ¿Cambiar la cartelería? Quienes van de vez en cuando sabrán que el tema de la señalización interna y externa del Estadio Mario Alberto Kempes (EMAK de ahora en más) es una inversión que debería hacerse, porque la que existe es decididamente pobre, precaria e insuficiente, y eso, de cara a la Copa América, debe mejorarse mucho. Además, si existiera un mínimo de inteligencia e iniciativa (y agreguemos honradez), se podría conseguir totalmente gratis, convenciendo a sponsors (Pepsi, por ejemplo) para que se hagan cargo de ella.
Cuarto: Quizá por primera vez la imposición de un nombre a un edificio público ha generado una casi unanimidad en todos los sectores. Mario Alberto Kempes es reconocido por propios y extraños. No tiene competidores, y esto dicho sin ningún desmedro a los grandes futbolistas que dio Córdoba. Kempes, además de haber sido un excepcional deportista, fue una figura mundial de dimensiones que –me parece- ningún otro colega nacido en esta provincia ha alcanzado.
Quinto: Es el “Matador”, loco.

de juliol 11, 2010

LA HORA DE JOHAN CRUYFF

Por Moly Brollo

-----------------
Innecesarias aclaraciones: Primero: no suelo publicar notas de otros autores, fundamentalmente porque son pocos los autores que lo desean, pero el Moly es un amigazo y el artículo está muy bueno. Segundo: Esta nota debería haber sido publicada el sábado 10, pero un malentendido con los adjuntos impidió que fuera colgada a tiempo. Sin embargo, justiciero homenaje a un ícono del buen fútbol.
-----------------




En este momento de vuelta a la calma, que descansa la conversación Pelé o Maradona, es el momento de hablar del verdadero triunfador de Sudáfrica: Johannes Cruyff, el hombre que en los ’60 y ‘70 marcó el camino del llamado “Futbol Total” que hoy practican Ajax y Barcelona, los clubes que definen con su estilo las selecciones que son finalistas y en los cual el Flaco Volador dejó su profunda huella, la que 40 años después tendrá su expresión en una final mundialista. Corrió mucha agua bajo el puente desde su Amsterdam natal y su presente Catalán, aquí un pequeño chorrito de este caudal que está lejos de secarse.

El pequeño Jopie (como le decía mamá) tuvo que colaborar con la economía de la casa a los 12 años cuando su padre verdulero sufrió un infarto, ayudaba al cuidador de la cancha de Ajax mientras su madre limpiaba las instalaciones del club.
Debuto en el 63 con el padre de la creatura, Rinus Michels, el entrenador que empezó a hablar del ese Fútbol Total que luego la selección holandesa desplegaría en toda su dimensión en los mundiales del 74 y 78. El Flaco, Nesskens, Rep, Krol, eran la base del Ajax y de la selección que jugaron y perdieron esas 2 finales. Cruyff no vino a la Argentina porque en el 77 él y su familia sufrieron un intento de secuestro y sabiendo las realidades de las dictaduras sudamericanas y sus políticas de violación de los derechos humanos, no se animó. También, al pan ya se le empezaba a pegar el circo, Cruyff no había arreglado con Adidas -el sponsor de la selección-, y otro mundial con 2 rayitas, la marca de las 3 no lo iba a permitir ni al mejor jugador europeo de todos los tiempos (jugó el 74 con una camiseta con sólo 2 tiras porque era hombre de Puma).
Con su club natal gano un total de 15 copas antes de pasar al Barca, pero la leyenda fue su estilo, no los adornos de vitrina. Tenía la cintura de Garrincha, la frenada para cambiar de dirección única; con su sello, y un primer paso impresionante (en largo y velocidad) que luego Maradona desarrollaría en toda su carrera, con menor alcance pero con mayor reacción. El Tulipán de Oro siempre fue un rebelde con causa o sin ellas, cuando se peleó con la dirigencia del Ajax porque lo quería vender al Real, fue y firmo con el rival histórico. Aquí formó la columna junto a Sotil, Rexach y Asensi (de la cantera catalana) moviéndose por toda la cancha, engañando como centro retrasado, bajando a buscar la pelota detrás de la mitad (sus memorables driblings aúnan a D10S y al MESSIas en una sola corrida), y llegando por las bandas o el medio con las mismas posibilidades de anotar o asistir ya que no tenía ningún problema de lateralidad. Hasta que se peleó con el DT Weisweiler, que lo mandaba al banco porque decía que sólo jugaba bien de local, pero en realidad el tipo jugaba a meter goles, iban ganando cómodos y quería más, y no cualquier entrenador tiene la valentía antes que la especulación, mucho menos hoy donde el pragmatismo de Maurinho parece querer imponer su receta. La afición culé inmediatamente apoyó al jugador (manifestaciones con pancartas y banderas en la ciudad y el club) hicieron que la dirigencia tuviera que despedir al entrenador para seguir disfrutando el juego.
Después siguió jugando en EE.UU. y volvió a Holanda, despunto el vicio en el verde césped unos añitos más hasta que recayó en manager del Ajax para continuar desarrollando, ahora desde fuera de la cancha, ese Fútbol Total que lo caracterizó con los cortos.

Al clásico 4-3-3 que utilizaba el club desde Michels, lo transformó en un 3-4-3 para ser todavía más ofensivo arrancando en la mitad de la cancha, acelerando desde ahí con la pelota dominada y por el piso. Primero empezó a trabajar abajo, con los hermanos de Boer, Seedorf, Davids, Van Basten y creó un estilo nuevo desde el banco, mejorando esa idea de Total que traía de sus raíces como jugador, con un método piramidal, progresivo y de inclusión que dio resultados en los números pero que especialmente sorprendió a Europa por la calidad, tanto que los culé lo repatriaron en el 88, cuando la crisis del club era insostenible, al igual que en el 73 cuando llegó como jugador. Las inferiores de los bleugranas estaban olvidadas, entonces para imponer su nuevo estilo (a largo plazo, única manera de poder llevarlo acabo), uso a Stoitchkov, Laudrup y Koeman, mientras organizaba la cantera de la cual luego saldrían Ferrer, Guardiola y Amor entre otros. Los catalanes aprendieron a convivir con el riesgo y la elegancia de un futbol vistoso y rendidor. Tuvo buenas y malas pero nunca traicionó su idea de jugar bien a la pelota como diríamos en el potrero. Antes de irse de su segunda casa dejó todo armadito para los que vinieran, la estructura y el estilo ya estaban en marcha, solo había que continuar la tareas con lo que se llamó la Quinta del Mini, de donde saldrían Ivan de la Peña, Celades, los hermanos García, e incluso su hijo Jordi, quienes acompañaban a Romario y luego a Figo otra vez por la senda de los éxitos y el buen fútbol.
El siglo XXI tendrá a Frank Rijkaard en el banquillo del Barsa, otro jugador y entrenador surgido del Ajax, que jugó y dirigió la selección neerlandesa, y que por su característica de “todoterreno” no podía intentar otro fútbol que no sea el Total del querido Jopie, usando todo el campo de juego (en especial el de ataque), y con el toque “a la alemana” de cambiar la pelota de lado a lado constantemente para desacomodar a las defensas escalonadas en zona. Como todo efecto tiene su causa, el que más asimiló la escuela cruyffina desde la infancia como jugador y entrenador fue Josep Guardiola, quién en el 2007 se hace cargo de Barcelona B y La Masía (algo así como la “casa amarilla” xeneise), aprende el oficio con perfil bajo y llega hasta el día de hoy con la historia que todos conocemos (menos el Gordo Palacio de TyC que cuando España perdió con Suiza abrió su programa diciendo: “España está a un partido de quedar afuera del mundial” otro de los tantos periodista que miran sin ver y hablan sin callarse).

Esta final en Sudáfrica contará con 16 jugadores de las canteras del Ajax y del Barcelona (8 y 8), la mayoría son titulares, la mayoría tienen retales del Holandés Volador, la cabeza táctica de Iniesta y Xavi, la velocidad en el traslado de Pedro, la definición de Villa, la gambeta de Sneijder, el temple y el carácter de Roben, y la mentalidad goleadora de Huntelaar. Otros, sin venir de las dos canteras más importantes de Europa, enseguida se suman al estilo de la selección, no por obligación, sino convencidos de que es una de las maneras de éxito más agradable a la vista, al espectáculo y a su realización personal.
Este mundial hace historia y justicia, es la primera vez que los 2 equipos son ganadores, antes de jugar e independientemente del resultado y si en este único partido aparece o no el Fútbol Total. El domingo se jugara la final en honor al segundo mejor jugador de la historia de este deporte, pero al primer mejor jugador/entrenador de todos los tiempos, éste que hoy tranquilo dirige la selección Catalana, esa que le pinto la cara a la Argentina en un amistoso premundial. El mundo tendrá que entender –aunque sea por única vez- que el verdadero triunfo es el legado que vence al tiempo y no sólo los brillos del vil metal, los trofeos y medallas tienen que ser una consecuencia y no un fin en si mismo, por eso el verdadero campeón mundial en la copa africana, se llama Hendrik Johannes Cruijff, levantemos la copa, y a brindar!

de juliol 04, 2010

Pequeñas ganancias de las grandes catástrofes

Como ocurre siempre, después de casi cuatro años de prolijo escepticismo, me creí la publicidad de Quilmes, me sumé al triunfalismo generalizado y entonces vino Klose y me depositó –de la peor manera- en la tierra.
Ok, ya está. Quedamos con el corazón sano y el culo roto.
Pero esta gran tragedia nacional no debe impedirnos ver los pequeños beneficios que conlleva. Voy a pasar de mencionar a los comentaristas televisivos y radiales y las huevadas que deben decir cuando no hay nada que decir. Tampoco me voy a referir a los riesgos del triunfalismo exacerbado. Mucho menos a cómo vio esto la prensa internacional (aunque llama la atención que el diario deportivo más importante de Alemania ponga en tapa… ¡a Maradona!)

Lo que quiero decir es que por fin los “creativos” de La Voz del Interior van a dejar de hacer estas tapas espantosas.



También evitaremos seguir encontrándonos con pastiches ininteligibles y supuestamente estadísticos.


Será hora que el diario de mayor circulación de Córdoba publique el manual para entender todos esos gráficos, tal vez surgidos de un sueño lisérgico de algún director de cine de autor.
Ok, el culito nos sigue doliendo. Ahora vendrá la avalancha de opinadotes respecto de lo positivo y –sobre todo- lo negativo del proceso de Maradona como DT, que si Mecí es o se hace, que si Demichelis es o lo hacen y todo eso. Pero no por eso debemos dejar de ver los ocasionales lados positivos de esta existencia.

de maig 05, 2010

La perra de Yoko sigue facturando

Los ùnicos talentos que puso en evidencia Yoko Ono a lo largo de su vida fue levantarse a uno de los artistas más importantes del siglo 20 y -después de su muerte- facturar a lo pavote. Ahora vendió la imagen de Lennon a Citröen.



Para colmo, se comenta que el audio no es el original, sino que fue superpuesto tomando lo que habìa dicho en otra entrevista.
Si te gusta Lennon, comprate un VW, o un Ford, o un Renault

d’abril 18, 2010

YA EMPEZAMOS

Se acerca el Mundial y casi nadie puede ser indiferente. Mucho menos los medios de comunicación, que desde hace ya un tiempito que vienen compitiendo a ver cual es el que pone más información al respecto, aunque sean gansadas dignas de algún premio.
Y –como no podía ser de otra manera- ya apareció el primer periodista (la primera, en este caso) en descubrir y expresar –con una originalidad que causa envidia- algunas características del país organizador que pudo aprender tras arduas investigaciones en Wikipedia (o en el Rincón del vago, no seamos pretenciosos).
Ya está, se abrió la puerta para que el periodismo deportivo y sus aledaños, empiecen a publicar –con el entusiasmo propio del que acaba de descubrir la fusión atómica- las obviedades que se dijeron cuando el Mundial se hizo en Uruguay, Italia, Francia, Suiza, Brasil, Suecia, Chile, Inglaterra, México, Alemania, Argentina, España, México otra vez, Italia otra vez, Estados Unidos, Francia otra vez, Corea/Japón, y Alemania de nuevo.
Here we go again

de febrer 27, 2010

Después de los gritos

Después de los gritos, después de los golpes, durante el llanto, Marcio se fue dando un portazo. En ese momento Luana se dijo a sí misma que nunca más, que aquello debía acabarse. Tomó el teléfono y marcó el número de la policía.
Marcio era un imbécil.
Marcio era un resentido.
Marcio era un drogón y un alcohólico.
Marcio era –además- muy previsible. Los agentes lo encontraron en el bar que Luana les había indicado, tomando whisky y gritándole a uno de los camareros del local. Los efectos de la cocaína lo impulsaron a resistirse al arresto. Los efectos del alcohol se lo impidieron.
A esa misma hora, Luana comenzaba su huída. Mientras telefoneaba a su amiga Duda para que la fuera a buscar con su camioneta, comenzaba a amontonar cosas en la puerta del ascensor del elegante piso de Sao Conrado, frente a una de las más exclusivas playas de Río, regalo de casamiento de su suegro. Duda demoró poco más de una hora en llegar desde Barra da Tijuca. Si bien no era gran distancia, el tránsito en el Puente de Joatinga, esa madrugada de sábado, estaba especialmente complicado. Cuando miró el rostro de su amiga (se conocían desde la infancia y habían pasado prácticamente toda su vida juntas. Alguna vez se preguntaron si serían lesbianas, pero la prueba que hicieron cuando tenían 17 años les confirmó que en todo caso eran bisexuales) la abrazó en silencio e inmediatamente comenzó a ayudarla a cargar todo lo que pudieron.
“Vamos a mi casa” dijo Duda casi tres horas después (algo más de las 4 de la mañana) cuando puso en marcha su Nissan Frontier doble cabina. Era lo primero que decía desde que había llegado. Entendía que en ese momento aquello no necesitaba palabras sino acción.
“Solamente por esta noche. Allí es el primer lugar donde me va a buscar, tengo que ir a otro lado” murmuró Luana, que no se hacía muchas ilusiones. Marcio tenía contactos y –como mucho- pasaría una semana guardado.

Sergio (“El Sordo”), Patricio (“Pato”), Gerardo (“El Gordo”) y Gastón (“Alambre”) se sintieron algo decepcionados cuando la Rodovía BR116 los depositó en los suburbios del norte de Río de Janeiro. Habían viajado durante tres días desde Córdoba, durmiendo por turnos en la parte trasera de la Renault Traffic, donde habían puesto un par de colchones. De esta manera solamente hicieron una parada importante en el Parque Nacional de Iguazú, adonde llegaron en la madrugada del segundo día de viaje. En esa ocasión pudieron observar el amanecer en la Garganta del Diablo absolutamente solos. Cuando se dio cuenta de lo que estaba viviendo, a Gerardo se le llenaron los ojos de lágrimas. El viaje fue tranquilo, aun cuando no hicieron caso de la recomendación de no viajar de noche en las rutas brasileñas. Recorrieron más de tres mil kilómetros escuchando una y otra vez temas como “Travelin’ Band” de Creedence, “El cowboy” de Ratones Paranoicos y “El mini mini minimo” de Potato. Salir a la ruta los ponía eufóricos y esta vez el plan era pasar algunos días en Río y luego bajar por la costa hasta Bombinhas, parando adonde los agarrara la tarde.
“Cidade maravillosa, cheia de encantos mil” canturreó irónicamente Alambre observando aquella zona industrial poblada de grandes galpones. Estaban cansados y esperaban encontrarse con la imagen de las postales, con mucho sol, arena, olas y mulatas con culos de campeonato. Por el contrario, la tarde se presentaba lluviosa y fría, lo cual empeoraba las cosas porque ninguno había llevado ropa de abrigo. Del mar ni noticias. El paisaje era montañoso y de tupida vegetación. En las empinadas laderas las favelas aparecían como pequeñas ciudades medievales colgadas de la nada. A los pocos minutos llegaron a la conclusión de que lo primero que habían hecho en Río de Janeiro era perderse. Decidieron seguir por una avenida con la esperanza de encontrar el mar en algún momento. Su intención era encontrar algún camping en la zona de Barra da Tijuca, pero presintieron que no iba a ser fácil llegar allí.
Empezaron a preguntar a cada policía que veían, y notaron que los cariocas hablaban un portugués mucho más cerrado que el que habían escuchado en las canciones de Gilberto Gil y de la gente de Florianópolis y Torres, adonde habían pasado sus vacaciones años anteriores. Asimismo, descubrieron que los policías de Río no entendían el castellano, y mucho menos el portuñol con el que intentaban hacerse entender. Estaban a las puertas de la desesperación cuando en un semáforo escucharon que alguien comentaba: “Queda lejos Córdoba, ¿verdad?” El tipo, de unos 40 años muy bien llevados, estaba sentado en el asiento del acompañante de un Ford Escort Cabriolet color bordó que manejaba una rubia espectacular, y los miraba con expresión divertida. Era –obviamente- argentino, hacía varios años que vivía en Río y les indicó cómo llegar rápidamente a Barra da Tijuca. La situación volvía a normalizarse.

Para dormirse, Luana necesitó cuatro o cinco Ypióca 160 con hielo. Si bien no acostumbraba a beber demasiado, en ese momento le hacía falta bastante aguardiente para poder bajar las pulsaciones. Todo había sido muy violento, nada tenía sentido. Pero al mismo tiempo era cuestión de tiempo. Marcio estaba cada día más enrollado con la cocaína y se había vuelto muy intolerante. Hasta esa noche solamente la había amenazado, por idioteces siempre. Pero ahora había sido un cachetazo primero y después un puñetazo y eso no estaba dispuesta a soportarlo. Pensaba en eso cuando se quedó dormida, justo cuando comenzaba a amanecer.
Se despertó pasado el mediodía. Lo primero que sintió fue un fuerte dolor en el pómulo izquierdo, donde Marcio le había pegado un buen cross. Fue hasta el baño y antes de meterse bajo la ducha se miró al espejo. A esa hinchazón no había maquillaje que la tapara y pasarían varios días hasta que desapareciera. Mientras se bañaba decidió que no iba a mentir. Cuando le preguntaran que le había pasado diría que el imbécil de su marido la había golpeado y por eso estaba preso. Sintió algo de orgullo por esa decisión.
En la cocina encontró una nota en la que Duda le explicaba que había ido a trabajar en taxi, así ella podía disponer del VW Passat si quería salir a buscar un departamento. Luana sonrío por la solidaridad de su amiga. La Nissan estaba todavía cargada con sus cosas y era un peligro andar paseando por la ciudad con tan grande botín encima. Era una tentación para cualquiera. Después de desayunar subió al coche, puso un caset de Legiao Urbana y salió a recorrer la avenida Lucio Costa en dirección al este. Quería estar cerca de la playa; el mar siempre había sido fiel compañero y discreto confidente. No era religiosa, pero sentía que Iemanjá –la madre severa y protectora- se preocupaba por ella y que estando a su lado nada malo podría pasarle. Manejó despacio muchas cuadras, buscando inmobiliarias y carteles de “aluga-se”. No encontraba nada que le llamara la atención. Llegó a Recreio dos Bandeirantes y le llamó la atención un pequeño camping, ubicado en los fondos de un restaurante, calle de por medio con la Praia da Macumba. Había ido muy pocas veces a ese lugar, pero conocía varias historias -¿leyendas?- relacionadas con ceremonias de macumba y candomblé que tenían lugar en esa playa. Era el lugar perfecto, nadie la buscaría en un precario camping de los suburbios. Habló con la encargada, arregló el precio y volvió inmediatamente a la casa de su amiga a buscar la camioneta con sus cosas y esa misma tarde, sin decirle nada ni siquiera a Duda, se instaló en el camping.

Cuando llegaron a Recreio dos Bandeirantes eran cerca de las 6 de la tarde y después de un día nublado y frío, el cielo comenzaba a despejarse y los últimos rayos del día le dieron la bienvenida a Río. Por fin veían sol y mar. Las mulatas con culos de campeonato no deberían andar muy lejos. Ya habían probado suerte en dos campings de Barra da Tijuca pero no consiguieron lugar. Habían viajado durante casi tres días y estaban dispuesto a pagar cualquier precio por un lugar para armar la carpa. El campamento les pareció –como mínimo- curioso, pequeño y precario. Pero había lugar, era barato y estaba calle de por medio con la playa. Arreglaron condiciones inmediatamente y en pocos minutos ya estaban instalados. Pocas horas después, en un barzinho de la playa, devorarían una gran bandeja de ostras en su primera cena carioca. Durante la comida expresaron sus primeras impresiones de sus nuevos vecinos, y coincidieron en ponderar a Vania, la encargada, mujer entrada en años, pero con una actitud de una chica de 20. También estuvieron de acuerdo en las virtudes físicas de Luana, que con algo más de treinta años tenía un cuerpo casi adolescente. Cada uno a su turno expresó alguna fantasía con la rubia que parecía haber huido intempestivamente de algún lado. De Tahina casi no hablaron, fundamentalmente porque su halo misterioso les infundía respeto.

Una semana después de que Luana se instalara en el camping de Recreio dos Bandeirantes, llegaron los argentinos. Eran cuatro muchachos de poco más de 20 años que viajaban por primera vez a Río. Era bastante poco habitual que turistas decidieran acampar allí, ya que era una zona poco promocionada para tal fin. El Río turístico demoraría todavía varios años en llegar.
Esa semana, Luana vivió prácticamente aislada. Telefoneó un par de veces a Duda y a sus padres, pero nada más. Apenas se relacionó con Vania, la encargada del camping, una mujer de unos 60 años que no le hizo demasiadas preguntas pero que tuvo para con ella una actitud de madre y amiga. Además de Vania, en el camping vivía Thaina, que hablaba lo mínimo indispensable y pasaba su tiempo rezando en una mínima habitación de madera y en la playa, dónde muchos atardeceres llevaba a cabo largos, misteriosos y solitarios rituales.
Los muchachos argentinos llegaron para quebrar la monotonía y –por qué no- la paz del lugar. El pequeño camping se llenó de gritos, sonidos de guitarras, risotadas y extrañas canciones en español. Al principio Luana y Vania los miraron con desconfianza. Thaina ni siquiera los registró. Pocas horas después los recién llegados eran como de la familia

Los miraba con una sonrisa divertida. Los chicos, que en poco más de medio día se habían hecho amigos de todos los que andaban por la zona, jugaban en la playa como criaturas, corriendo atrás de una pelota, saltando las olas, gritando, riéndose. La alegría de esos cuatro muchachos era contagiosa y Luana quería dejarse contagiar. Por lo demás, ya había notado como la miraban y no le disgustaba la idea de tener un contacto más cercano con alguno de ellos. Tenía 34 años pero sabía que estaba “muito gostosa”. Hija de padre alemán y madre mulata, tenía el cabello rubio, piel cobriza y ojos casi turquesa. Ni un gramo de grasa, pechos pequeños pero no tanto, una cintura perfecta y un culito que era su orgullo. Si, tenía el cuerpo de una adolescente que nunca pasaba desapercibido.
En determinado momento no pudo reprimir el impulso y se unió a ellos en un ridículo partido de fútbol. Un pelotazo le pegó en un muslo y se introdujo en el improvisado arco construido con un par de remeras. Salió corriendo, festejando exageradamente la conquista, y le dio un efusivo abrazo al Pato, que tras un instante de desconcierto, respondió con igual efusividad. Los otros tres se quedaron mirando. Estuvieron a punto de sumarse al “festejo”, pero enseguida notaron que la cosa iba más allá y resolvieron, cada uno por su parte, hacerse los que no se habían dado cuenta de nada. Al grito de “Bebetinha, bebetinha”, en clara alusión al goleador brasileño que brillaba por entonces en el Deportivo La Coruña, y aparentemente sin percatarse de que su paso se samba hacía que a los argentinos se les desorbitara la mirada y se les revolucionaran las hormonas, fue hacia el mar. El Sordo, el Gordo y Alambre miraron al Pato, que reaccionó inmediatamente, la abrazó y fue bailando al agua imitando su baile.

Fueron nada más que tres días. Los más intensos que Luana había vivido desde que se casó. Iba con los argentinos a todas partes. Hacía de guía y de madrastra, les cocinaba y cuidaba que no los estafaran. Y con Patricio hacía el amor cada vez que podía. Y podía muchas veces. Al principio se avergonzaba un poco y trataba de disimular, pero rápidamente entendió que eso iba a ser muy fugaz y no tenía sentido perder el tiempo tratando de cuidar las formas. Si había un momento en la vida en el que había que descontrolarse, era ese. Pronto aquello iba a ser nada más que un buen recuerdo y eso era algo que a Luana le estaba haciendo falta.

El Sordo acomodaba incesantemente el espejo retrovisor de la Traffic. Atrás, Gerardo se rascaba la cabeza y Gastón miraba reconcentrado un mapa. A unos cinco metros, el Pato y Luana estaban abrazados en silencio. Luana, sin poder reprimir las lágrimas, le dio un profundo beso y –entre sollozos- le dijo: “Voy a volver con mi marido, por ahora no me queda otra. Pero cuando haga el amor con él, voy a pensar en vos”. Sergio izo sonar la bocina, el Pato se separó bruscamente y se subió al vehículo. La imagen en el espejo de Luana sobre el asfalto fue achicándose hasta desaparecer. Ninguno de los cuatro habló hasta llegar a Santos.

de gener 27, 2010

Johnny, Loquillo y otros trogloditas

El gran Johnny Cash - Man in black



Loquillo, junto a Bumbury, Calamaro y Jaime Urrutia, en una versionasasa.