d’octubre 11, 2010

No diga Estadio, diga Kempes



Primero: el Estadio Córdoba nunca tuvo nombre oficial. “Chateau Carreras” es el sector de la ciudad donde está construído. “Estadio Córdoba” es la forma breve de decir estadio de Córdoba, que es la denominación que se le dio en el Mundial de 1978, así como se decía estadio de Mar del Plata o estadio de Mendoza. Los nombres actuales de aquellos escenarios (“José María Minilla” y “Malvinas Argentinas”) fueron impuestos
años después.
Segundo: es probable que popularmente no prenda la denominación de “Mario Alberto Kempes”. Seguramente la gente le seguirá diciendo “el cható” o simplemente “el estadio”. También es probable que eso realmente no importe. No hay ningún hincha de Boca que vaya al “Alberto J. Armando”; los hinchas de Huracán –el “luminoso”- capaz que no sepan que ven los partidos de su equipo en el “Reginaldo Justo Cáceres” ni los del Deportivo Norte de Alta Gracia lo hacen en el “Hugo Vázquez”.
Tercero: ¿Cambiar la cartelería? Quienes van de vez en cuando sabrán que el tema de la señalización interna y externa del Estadio Mario Alberto Kempes (EMAK de ahora en más) es una inversión que debería hacerse, porque la que existe es decididamente pobre, precaria e insuficiente, y eso, de cara a la Copa América, debe mejorarse mucho. Además, si existiera un mínimo de inteligencia e iniciativa (y agreguemos honradez), se podría conseguir totalmente gratis, convenciendo a sponsors (Pepsi, por ejemplo) para que se hagan cargo de ella.
Cuarto: Quizá por primera vez la imposición de un nombre a un edificio público ha generado una casi unanimidad en todos los sectores. Mario Alberto Kempes es reconocido por propios y extraños. No tiene competidores, y esto dicho sin ningún desmedro a los grandes futbolistas que dio Córdoba. Kempes, además de haber sido un excepcional deportista, fue una figura mundial de dimensiones que –me parece- ningún otro colega nacido en esta provincia ha alcanzado.
Quinto: Es el “Matador”, loco.