de novembre 25, 2009

LA VERDADERA HISTORIA DE ROBERT JOHNSON Y EL CRUCE DE CAMINOS

A solas con su vieja guitarra esperaba la medianoche. Nadie se aventuraba a esa hora por ese lugar. Tengamos en cuenta que corría la década de 1930 y aquello era todo desolación y oscuridad. Dos caminos polvorientos y un solitario árbol era todo el paisaje. No lo vio llegar, a pesar de que había luna llena. Tampoco lo escuchó hasta que susurró a su oído: “¿En qué lo puedo ayudar?”
Robert se quedó helado y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para controlar algunos esfínteres. La repentina aparición de ese hombre alto, elegante, de edad indefinida y tan negro como él, además de su profunda voz de barítono pero con un marcado toque aguardentoso lo dejaron quieto y mudo. ¿Es él de verdad? se preguntaba mientras comenzaba a transpirar, a pesar de lo fresco de la noche.
“Quiero ser el mejor guitarrista clásico del Sureste de Estados Unidos” soltó Robert apenas moviendo los labios. Estaba paralizado.
“A ver, tocá algo”, pidió la sombra que permanecía a su lado.
El joven comenzó algo que parecía ser una sonata de Mozart. Estaba nervioso e incómodo y eso causaba que su interpretación sea peor de lo habitual. La guitarra estaba desafinada y sus viejas cuerdas habían perdido todo su brillo. La sombra comenzó a caminar frente a él, observándolo con un gesto indescifrable. La luna iluminó su rostro, coronado por un imponente sombrero tejano. Lucía una barba de llamativa prolijidad, y un discreto arete adornaba el lóbulo de su oreja izquierda. Sus movimientos eran elásticos, como pasos de un baile lento y fatal. Todo en su figura exhalaba un aire andrógino.
Al cabo de unos pocos minutos le indicó con un gesto suave que se detuviera. Con las manos en los bolsillos y mirándole los zapatos gastados murmuró: “No, lo tuyo es otra cosa”. Robert permanecía firme como un soldado.”Además, la música clásica no pega por esta zona. Por otra parte, los negros no nos dedicamos a esas mariconadas, nosotros hacemos blues, papá”.
- Pero… el blues es música de negros, señor; se animó a decir Robert
- ¡Ah bueno! Ahora estoy hablando con el “Payo” Johnson.
- N..no… lo que quiero decir es que…
- Ya sé lo que querés decir, pero no. Voy a ser claro: tocando clásico sos de lo peor que he escuchado en cientos de años, pero de acá a unos años el blues va a ser un estilo muy respetado y exitoso. Y vos vas a ser el padre de eso. Esa es mi oferta.
- Peero… yo todavía no quiero ser padre, soy muy joven todavía.
- ¿Además de mal músico sos pelotudo? Entonces esto te va a salir más caro.
- Entonces, además de mi alma ¿qué otra cosa le voy a tener que entregar?
- Mmmhh… ya lo voy a pensar, pero relajate. Vamos a empezar ahora.
-¿Empezar? ¿No es instantáneo?
- Nada es instantáneo, nene. ¿Vos te creés que el mundo se hizo en un día?. El Otro hizo un gesto de desagrado. ¡Mierda, tengo que dejar de usar ese ejemplo!
- ¿Y que vamos a hacer?
La guitarra apareció de la nada. Estaba suspendida a unos 50 centímetros del piso, iluminada desde abajo por un haz de luz que parecía venir desde el centro mismo del averno. A Robert ese efecto le pareció excesivo y presuntuoso. No dijo nada, pero supo que El Otro sabía lo que pensaba.
- Es verdad –dijo El Otro, con una sonrisa burlona- es excesivo y presuntuoso, pero lo importante es el mensaje. Lo que voy a hacer ahora es ponerme a enseñarte a tocar la guitarra negro.
- ¿Cómo, me va a dar clases? No es lo que había imaginado.
- Lo que pasa es que a vos tu imaginación te caga. Por ejemplo, ¿vos en verdad creés que yo soy negro?
- Si, siempre lo imaginé así, es lo que dicen todos.
- Eso es porque vivís con negros. Pero yo soy como me imaginan. Si me hubieras imaginado como un dragón emplumado, así sería.
- Ahora que lo pienso bien, hay una chica que trabaja en un cabaret de…
- Buen intento, pero la primera imagen es la que cuenta; dijo El Otro mientras tomaba la guitarra y se sentaba en un banquito que antes no estaba allí. Dale, sentate y empecemos.
Robert miró a su alrededor. Solamente había una piedra que, obviamente, antes no estaba allí. El Otro marcaba diferencias con discutible sutileza.
- ¿Tenés algo? Preguntó.
Robert titubeó, amagó unas notas y dijo:
- Había pensado algo así: “Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado / Tren de carga, el humo y el hollín están por todos lados / Hoy llovió y todavía está nublado”.
- Eso es realmente muy bueno, dijo El Otro sorprendido, pero dejémoslo para después, porque si no cantás en inglés, nadie te va entender un joraca. Probemos con esto: “I went down to the crossroad, fell down on my knees / I went down to the crossroad, fell down on my knees / Asked the lord above Have mercy now, save poor Bob if you please”