d’abril 16, 2009

Ahora que todos en el fobal hablan de códigos

José Omar Pastoriza era una persona que encarnaba, dentro del mundillo del fútbol vernáculo, el concepto de “hombre de códigos”. El “Pato” era todo un personaje que sintetizaba en sí mismo lo mejor y lo peor del folklore futbolero. Extrañamente, nunca le escuché -o leí- hacer aspaviento de los códigos. No decía “yo tengo códigos”. Los aplicaba. Buenos y malos.
Antes de continuar, es necesario ponernos de acuerdo respecto de qué quiere decir cuando un futbolista (o director técnico, o periodista deportivo, o hincha) habla de “código”.
De las ocho acepciones que me muestra la versión on line del Diccionario de la Real Academia Española, me parece que las que más se acercan son la tercera (Cifra para formular y comprender mensajes secretos) y la séptima (Conjunto de reglas o preceptos sobre cualquier materia). Aún así, ambas definiciones son insuficientes, porque en realidad nadie sabe muy bien dónde comienza ni dónde acaba el concepto que cada jugador de fútbol le da.
Pero volviendo a Pastoriza, a quien pude tratar cuando fue entrenador de Talleres, el tipo -como ya dije- no hablaba de códigos, sino que los ponía en práctica, ya fuera a favor o en contra.
Dos ejemplos:
Las cosas no venían bien en su penúltimo paso por la “T” (allá por el 93), y los dirigentes buscaban cesantearlo (o sea, echarlo). Pero para eso había que garparle todo el contrato. A pesar de la embestida dirigencial, de los insultos de la hinchada y todo eso, el tipo no se inmutaba. Simplemente decía: “si quieren que me vaya, me voy. Pero no aparece lo que tiene que aparecer”, o sea, la tutuca. Estaba en el contrato y lo defendió a capa y espada. Y al final se salió con la suya. Y creo que tenía razón. Ningún contrato contiene cláusulas del tipo “si el técnico pierde tres partidos se tiene que ir”.
Otro de los ejemplos ocurrió cuando era técnico de Boca (temporada 88/89). Tras una dura derrota en Córdoba (me parece que fue contra Racing), al final del encuentro el Pato criticó duramente a sus jugadores en medios radiales. Los jugadores se quejaron y el tipo -reconociendo su error y advirtiendo que eso le había quitado autoridad sobre el plantel- se fue solito. Aplicaba sus códigos aún cuando no le convenía. No era una cuestión de conveniencia.
Quiero decir: No sirve de nada decir “yo tengo códigos”, como quien dice “yo tengo una freidora industrial”, pero no haberla usado jamás.
Debo reconocer que me cae bastante mal esta cosa de los códigos futboleros de los que todos hablan y nadie codifica. Ningún jugador dice que los códigos incluyen “ir para atrás” para rajar a un DT. Jamás hablan de los innumerables actos de discriminación que se dan en todos los planteles, con los pendejos, con los nuevos, con los que tienen menos cartel, con los que ganan menos. Siempre minimizan el hecho de darle guita a los barrabravas para que no los puteén, o no los aprieten. Pero se ofenden mortalmente si los critican porque juegan mal.
Y esta tendencia se va acentuando con el paso del tiempo. En la actualidad hay un privilegiado círculo de jóvenes millonarios que se sienten insultados por cualquier comentario “negativo”. En algunos casos, parecería que el problema es que la mamá se siente mal cuando escucha esos comentarios en la verdulería, y vuelven a casa con el Jesús en la boca, diciendo: “¡Hay, Romancito, ¿por qué no jugás 15 metros más adelante?”
Muchachos, déjense de joder. Cobran fortunas por algo que la mayoría paga por hacer. Jueguen a la pelota que eso es lo que se supone que saben y en realidad es lo único que nos interesa. Cuando empezamos a hablar de los gatos que se transan, de los boliches adonde van, del auto que se compraron, es porque están dando asco. No sean giles, no maten a la gallina de los huevos de oro. Podrán pasarse todo el resto de sus vidas sin laburar porque durante un breve lapso de tiempo se la pasaron jugando a la pelota. Los fanáticos no les deben nada a ustedes. Son privilegiados que asumen pose de gente sacrificada. No son dioses, ni D1OS, ni ninguna de esas huevadas.
Bueno. Ya está.

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