de setembre 09, 2008

Instrucciones para grabar un cassette pipí cucú

Mágicamente nos transportamos a la primera mitad de la década de 1980, cuando quien esto escribe empezaba a despuntar la adolescencia. Por aquellos años, PC eran las iniciales de “Partido Comunista”, algo que existía por ese entonces. La computadora era algo muy complicado y lejano que, según explicaban personas muy entendidas en tecnología, iba a reemplazar en el largo plazo a la calculadora (¡Mí vieja Casio fx80! ¿Qué habrá sido de ti?). Pipo Cipollatti y Andrés Calamaro conducían “Música Total Videos” (MTV era la sigla, ¡ladris!). Los buenos futbolistas jugaban siempre más de tres años en el mismo club. En las clases de Instrucción Cívica nos hablaban de un libro de literatura fantástica llamada “Constitución” y nos hacían jugar a las elecciones, mientras la guerra de Malvinas abría las puertas para que ese juego se hiciera realidad. Lo mataban a Lennon, justo cuando uno empezaba a encontrarlo. Recién se podía ver “La Naranja Mecánica” en los cines. Sonaba Serú. los Stones volvían a desmentir su muerte, Spinetta era de Jade y Los Redonditos de Ricota eran una banda subte de Buenos Aires que se podía escuchar en Córdoba cuando alguno viajaba y podía grabar el recital (que significaba llevar un enorme radiograbador y un par de docenas de pilas grandes, ni soñar con las alcalinas).


TDK D60: el mejor cassette de la historia de la industria musical.

Por aquel entonces, piratear (perdón, compartir) era una tarea verdaderamente artesanal. Empezando porque no utilizábamos los términos “piratear” ni “compartir”. Era simplemente copiar un disco, o un cassette. Y los medios para reproducir música en forma doméstica eran precisamente esos dos: el disco o el cassette.
Cuando la gente de mi generación iniciaba la década del 80 tenía al alcance de la mano un adelanto tecnológico que facilitaba muchísimo las cosas: el centro musical. O sea, un equipo de audio muchísimo más grande, más pesado y con menos prestaciones que los actuales. Tocadiscos, grabador y radio, todo en uno; control de agudos y graves y pocas cosas más. Un alarde de modernidad y desarrollo. Los más pudientes accedían a los “minicomponentes”, que era lo mismo pero por separado, pudiéndose agregar un ecualizador. Sin embargo, estos elementos no estaban en casi todos los hogares como afortunadamente ocurre en estos días. Los de clase media podían acceder a ellos con mucha dificultad. No obstante, en el curso del cole había cuatro o cinco que tenían. Yo era uno de esos afortunados.
Creo que a los que nos gustaba la música nos ganaba un verdadero sentimiento de solidaridad y nos empeñábamos en facilitarles las cosas a los colegas. Nunca podíamos decir que no a alguien que nos pedía que les grabáramos un cassette. ¡Eso era cooperativismo!



Las cosas eran más o menos así: Segundo recreo. Estoy sentado en un escalón tratando de saber al menos de qué materia es la prueba que tengo en la próxima hora. Subrepticiamente, Esteban se me aparece desde atrás de una columna, y vigilando que nadie se fije en nosotros, me entrega el objeto con un disimulo que hubiera llamado la atención hasta de un ciego, diciéndome “grabame el de Rush”.
- “¿Cuál?”, pregunté algo sobresaltado
- “El importado” dijo, y desapareció. La noticia de que a mi hermano le habían regalado una edición canadiense de “Moving Pictures” ya había corrido.
Con los años, esta escena parecería algo exagerada. Sobre todo si tenemos en cuenta que durante 12 años, Esteban se sentó detrás de mí. Pero había códigos y debían ser cumplidos.
Comenzaba, entonces, un proceso que voy a describir.
En primer lugar, se debía proceder a la elección del cassette, teniendo en cuenta un par de parámetros fundamentales: valor y duración.
La marca más común era TDK. Y eran buenos. Muy buenos. Y no eran tan caros. Los Basf eran más cool, por decirlo de algún modo actual. Eran tan buenos como los TDK, pero alemanes y un poquito más caros y difíciles de conseguir. Para arriba poco más. Para abajo una lista que incluye a los “Auditone” y un montón de marcas truchas como KDK, Panoasonic y cosas así.
En cuanto a la duración, el estándar era 60 minutos (30 por lado). Pero también venían los de 90. Un poco más raros eran los de 46 (que también fueron fugaces) y los de 180 (que eran un quilombo seguro, porque indefectiblemente se te enredaba la cinta).

Como elegir

La marca será elegida según la finalidad que se le de al cassette y qué se vaya a grabar en él. Si queremos seducir a una chica, será un Basf, sin dudar. Si vamos a grabar ese pirata de Deep Purple que tiene el Perro, será un TDK de 90. Si es un disco de música clásica que te pidió tu viejo, con el Auditone sobra.




El Basf. Bueno y cheto



TDK. Un fierrazo

Calidad de la cinta

No conozco a nadie de mi generación que realmente haya terminado de entender este asunto. Yo ni siquiera empecé a entenderlo. Pero existía una especie de mito o leyenda urbana que los cassetes de cromo eran mejores que los comunes. Y los de ferro-cromo pa’ la mierda mejores que todos. El cromo y el ferro-cromo venían a ser unas sustancias que tenían las cintas, que hacían que la música se grabara mejor y se escuchara pa’ la mierda mejor.
Juro solemnemente que yo nunca noté la diferencia, pero -como todos- estaba convencido de que eso debía ser cierto. Pero tener un par de esos te daba cierto prestigio. Obviamente, en esas cintas había que grabar cosas importantísimas.



Los cromo o ferrocromo, para entendidos



Relación disco/cassette

La copia de un long play en un cassette presenta un problema que podríamos llamar de “relación de lados o caras”. Básicamente, sus tiempos son distintos. Como ya se dijo, el cassette más popular tenía 60 minutos. Un disco rara vez tenía más de 50 minutos, con un promedio -en general- de 45. Y habitualmente sus caras no eran proporcionales.
En esos casos había dos opciones básicas:
Opción 1: Grabar un lado del disco en cada lado del cassette.
Opción 2: Completar un lado del cassette, agregando al primer lado del disco dos o tres temas de la segunda cara.
Para decidirse entre estas dos opciones es necesario tener en claro algunos asuntos: para quién es el cassette, tiempo disponible para realizar la tarea, qué meta mensaje se quiere transmitir, etc.
Si es para una chica a la que queremos seducir, generalmente se utilizaba la Opción 2, aprovechando la cinta que quedaba libre para meter dos o tres temas extras, en los que uno expresaba veladamente sus intenciones para con la señorita. “Lick it up” de Kiss aparecía demasiado evidente, “Fuck like a beast” de Wasp era una fanfarronada. Y a pesar de lo desaconsejado, casi siempre caíamos en la tentación. La testosterona, vio?
Si el producto es para uno, la cosa era prolijita, cuidando de que no se corte el último tema de cada lado. Si el disco lo justificaba, iba un lado del long play por cada cara del cassette. Con los amigos la cosa era cambiante, dependiendo de cuestiones importantes como las ganas.



De cassette a cassette

Estaba llegando tarde. Entraba al colegio en el mismo momento en que comenzaba a sonar “Aurora”. Casi junto conmigo entró Pablo. Estaba agitado. Cuando la bandera promediaba su ascenso en el mástil, me susurró: “mi hermano se compró el cable”. Nos abrazamos gritando. Nos pusieron media falta y cinco amonestaciones.
“El cable” era (es), precisamente, un cable de audio, con dos fichas (generalmente RCA) en cada extremo, que servía para unir dos radiograbadores, o un radiograbador y un centro musical, y de esta manera poder copiar cassettes. El doble cassettera es posterior. Y el copiado rápido ni hablar.



No se si estas instrucciones te van a servir de mucho. Pero fijate. Sacale la tierra a esos viejos TDK, llamá a tus amigos, preguntales qué long plays nuevos se compraron y júntense a grabarlos el próximo sábado a la tarde. Si tus viejos no están, compren una cerveza, pero vayan a fumar al patio.

8 comentaris:

  1. mierda che, que laburo. voy a reflexionar seriamente la proxima vez que abra el emule

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  2. perro contento: no puedo contardecirte con el tema de cromo o ferro cromo pero en mi fantasía creo que esos duraban mas pasadas en el pasacassetes que los comunes pero la verdad que sos un capo!!! un recontramilcapo... el tema y la pluma que tenés (y no de vedettes) son excelentes. pablo scheibengraf

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  3. buenísimo, se me vino la infancia de golpe.
    Había unos cassettes vírgenes marca ACME, lo juro, que me encantaba comprar, no sé si eran buenos, pero eran más mágicos que los otros.

    Pero ojo, ber ha dit, dentro de unos años recordaremos con la misma nostalgia al emule.

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  4. Yo usaba los TDK negros, hasta que aparecieron los transparentes. Los primeros estaban buenos, pero despues empezaron a venir pegados, sin tornillos, y era un moco cuando se tragaba la cinta. Tampoco podias abrirlos para pasar los temas al revés. Si se te cortaba la cinta, los pegabas con un poco de esmalte de uñas de tu vieja. Ese era el secreto.

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  5. Bemvindos Chueca, dibujador & grillo.
    El tema de los TDK transparentees, o cualquiera de los pedorros que venían sin tornillos era, cuando se enredaba la cinta, romper directamente el plástico y utilizar un cassette viejo con tornillos.
    No conocía los ACME. Seguramente los usaba el Coiote

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  6. nosotros grababamos el lado mas largo del disco y despues grababamos el otro a partir de ahi dando vuelta el cassette y después cortabamos la cinta así no sobraba. aprovechabamos la tirita que pegaba la cinta con la banda transparente que la unia a la ruedita. Ah y fundamental cortar el segurito para que no se grabara accidentalmente. aunque después le pegabamos una cinta adhesiva o le metíamos un papelito dentro para volver a grabar "por arriba"

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  7. Tengo aun un huevo de cassettes. es más, tanm enamorado estoy de su diseño que ahorita estoy haciendo un proyecto para diseñar unos con una marca imaginaria. Soy diseñador.
    Yo, que alquilaba equipos de sonido, si notaba las diferencias entre los Normal y los cromados ¿lo malo? se magnetizaba el cabezal y tenías que limpiarlos con un aparatito extra. Los mormal cada diez horas de uso y los de metal cada dos horas.
    ¿Los TDK?... permitanme diferir. Los que eran un palazo eran los Maxell. Los XLII-S tenían un sonido muy fino, los instrumentos se notaban clarísimos.
    Pero era toda una artesanía grabarlos. Yo los mandaba a grabar con un patita que tenía una deck AKAI con cabezal de cristal, que sacaba los agudos muy bien. Pero para cada modelo de cassette tenía que mover los ecualizadores. Bastante trabajoso. No es como los CDs Digital Audio que suenan bien todos.
    Y daba más pena cuando habia gente que grababa huevada y media en unos Maxell como los que te mencioné. Daba ganas de asaltarlo para quitarselos, porque eran caros y escasos. Imagina: Pollito con papas, Sopa de caracol, la lambada en esos inmortales cassettes. para llorar. Saludos.

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